Un problema se conoce a través de su solución, pero si hacemos algo y no se soluciona, es cuando la solución mantiene el problema. Hemos de buscar alternativa.
Cuando tenemos un catarro, tenemos la tendencia a tomarnos un jarabe. Si este jarabe funciona y nos quita los síntomas, problema solucionado. Pero en otra ocasión que tenemos otro catarro, lo intentamos de nuevo con el jarabe. Pero si en esta ocasión no funciona y no nos quita los síntomas, lo que solemos hacer es aumentar la cuchara. Es decir, hacerlo con más fuerza. Pero no nos paramos a pensar que por más que hagamos más de lo mismo, lo más probable es que ocurra más de lo mismo.
¿Qué es un problema?
Un problema, desde el punto de vista psicológico, es “una situación incómoda, persistente, que se da en un marco social, y a la que se ha intentado poner fin en repetidas ocasiones pero sin alcanzar el resultado deseado”.
En muchas ocasiones, la vida nos pone a prueba y nos trae dificultades o problemas y así ponemos en marcha diferentes estrategias para afrontarlos.
Muchas de éstas soluciones, cuando no funcionan, por mucho que lo repitamos caeremos en los mismos patrones poco eficaces, que nos harán que nos sintamos menos capaces de resolverlo.
Digamos que tengo un problema de comunicación con una persona, y lo que hago es intentar buscar un momento para hablar y “obligar a esta persona a hacer algo que no quiere”. Lo que consigo es que ella se encuentre más incómoda y con menos ganas de hablar. O por el contrario, intento evitar hablar para buscar un acuerdo, y como no lo hablo finalmente lo que consigo es sentirme que no soy capaz de resolverlo, y además me quedo con el malestar dentro, y que puede llegar a generar reacciones de ira hacia el otro. Por ejemplo, me callo las cosas que me insiste mi madre que haga, y finalmente lo hago por «no hacerla sufrir», pero por dentro me molesta, y cuando me dice otras cosas, le respondo de forma agresiva, y me molesto por haber respondido así… (me contengo, pero finalmente sale la rabia)
Es aquí, cuando la solución es el problema.
¿Y si hacemos más de lo mismo?
Muchas veces tenemos la creencia de que si no hemos resuelto un problema, haciendo una cosa que en otra ocasión nos ha funcionado, tenemos la tendencia a hacerlo con más ganas o con más intensidad.
Pero el efecto será que si hacemos más de lo mismo, lo más probable es que consigamos más de lo mismo. La solución mantiene el problema.
Cuando utilizamos una solución ineficaz ante un problema y lo hacemos de forma persistente, corrobora la idea de que se solucionará por arte de magia. En esta situación, lo más apropiado sería cambiar de estrategia, y valorar los resultados.
Y tu, ¿Sientes que tu problema persiste, pero repites de forma incesante la misma solución? Actúa de forma diferente, y si no hay resultados, no dudes en consultarme aquí:
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